Una noche estaba una mujer en un aeropuerto esperando varias horas antes de que partiera su próximo vuelo. Mientras esperaba compró un libro y un paquete de galletas para pasar el tiempo.
Buscó un asiento y se sentó a esperar. Estaba muy absorta leyendo su libro, cuando de repente notó que el joven que se había sentado a su lado estiraba la mano, con mucha frescura agarraba despreocupadamente del paquete de galletas que estaba entre ellos y comenzaba a comérselas, una a una. No queriendo montar una escena, así que ella trató de ignorarlo.
Un poco molesta la señora comía las galletas y miraba el reloj, mientras que el joven ladrón de galletas, sinvergüenza también hacía lo mismo y se las estaba acabando.
La señora se empezó a irritar más y pensó para sí misma:
«Si no fuese yo tan buena y educada, ya le hubiera dejado un moretón en el ojo a este atrevido»
Cada vez que ella comía una galleta, él también comía otra. El diálogo de sus miradas continuó y cuando sólo quedaba una, se preguntó que haría él. Seguir leyendo
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