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El payaso malabarista y el niño insolente

El payaso y el niño insolenteHabía una vez un pueblo al que un día llegó un payaso malabarista. El payaso iba de pueblo en pueblo ganando unas monedas con su espectáculo. En aquel pueblo comenzó su actuación en la plaza, y cuando todos disfrutaban de su espectáculo, un niño insolente empezó a burlarse del payaso y a increparle para que se marchara del pueblo. Los gritos e improperios terminaron por ponerle nervioso, y dejó caer una de las bolas con las que hacía malabares. Algunos otros comenzaron a abuchearle por el error, y al final el payaso tuvo que salir de allí corriendo, dejando en el suelo las 4 bolas que utilizaba para su espectáculo.

Pero ni aquel payaso ni aquellas bolas eran corrientes, y durante la noche, cada una de las bolas mágicamente dio lugar a un niño igual al que había comenzado los insultos. Todas menos una, que dio lugar a otro payaso. Durante todo el día las copias del niño insolente anduvieron por el pueblo, molestando a todos, y cuando por la tarde la copia del payaso comenzó su espectáculo malabarista, se repitió la situación del día anterior, pero esta vez fueron 4 los chicos que increparon al payaso, obligándole a abandonar otras 4 bolas. Y nuevamente, durante la noche, 3 de aquellas bolas dieron lugar a copias del niño insolente, y la otra a una copia del payaso. Seguir leyendo

Historia para niños grandes

Historia para niños grandes por teléfonoYo era todavía un niño pequeño. Entre las muchas cosas que me intrigaban estaba el viejo teléfono, que en esa época era un armatoste de color negro. Lo que más me intrigaba era que en su interior vivía un pequeño genio, muy inteligente y amable que sabía todas las cosas:

-la hora que era, el tiempo que haría al día siguiente, el horario de los trenes, los teléfonos de los amigos de mis padres, y su amabilidad para decir todo lo que mis padres deseaban comunicarles.

Deseaba mucho conocer el nombre de este mago chiquito así que me puse a escuchar todo lo que mi madre le decía, hasta que descubrí que ella lo llamaba:
«Informeporfavor».

Las cosas mágicas siempre tienen nombres largos, como «abracadabra».

Mi primer contacto con «Informeporfavor» se produjo un día que nunca olvidaré, cuando mi madre visitaba a una vecina y me dejó solo por unos minutos.

Ese día lo aproveché para bajar al sótano, donde mi padre tenía su tallercito casero.

Me puse a golpear con el martillo hasta que me di tal martillazo en un dedo que éste se hinchó hasta parecerse a una morcilla. Seguir leyendo

El tazón de madera

Cuento del tazón de maderaUn viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años, ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacía el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo a veces y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación. «Tenemos que hacer algo con el abuelo», dijo el hijo. «Ya he tenido suficiente, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo».

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera. Seguir leyendo