Cuento del perro y el conejoEran dos vecinos. Uno de ellos le compró un conejo a sus hijos. Y el otro vecino compró un cachorro de pastor alemán.

– ¡Pero él se comerá a mi conejo!
– De ninguna forma. Piensa, que mi pastor es cachorro. Crecerán juntos, serán amigos. Entiendo de animales. No habrá problemas.

Y, parece que el dueño del perro tenía razón. Juntos crecieron y amigos se volvieron. Era normal ver el conejo en el patio del perro y al revés. Los niños estaban felices con la armonía que había entre los dos animales.

Un día, el dueño del conejo fue a pasar un fin de semana en la playa con su familia y el conejo se quedó solo. Era un viernes.

El domingo por la tarde, el dueño del perro y su familia tomaban la merienda, cuando entró el pastor alemán a la cocina. Traía el conejo entre los dientes, lleno y sucio de sangre y tierra, estaba muerto.

Casi mataron al perro de tanto pegarle. Seguir leyendo